¿Y si mañana renunciara a todo aquello que equilibre la balanza?

31 mar 2012

Réquiem por un final feliz.

Todo vale, dijiste, y comenzamos a luchar.
Espadas que volaban entre acordes desafinados,
flechas que zumbaban entre los arcos de la puerta al abismo.
Danzas diabólicas alrededor del mismo son; réquiem por un final feliz.

¡Tú la llevas! Me mirabas con rencor mientras te alejabas.
Esto no es más que un puto juego de críos… pero seguía perdiendo.
Ella llegaba a su casa, yo me hacía la estatua en la puerta.
Flechas que zumbaban y espadas que danzaban; todo era reflexión.

Intercalamos pausas para respirar, llegó la primera…
toma oxígeno, coge aire… salimos a jugar…
el estadio está expectante, nada puede fallar…
alzan la bandera, preparados, listos, ¡ya!

En un corro mortal de voces me encuentro,
sumergido en el cemento que tu recuerdo ha mezclado.
Entre penas y alegrías venían lobas a mi encuentro,
lobos a tu encuentro y algún señor Don Gato Pardo.

Juegos de críos que me llevan al delirio,
esto es algo serio, no es cosa de críos, me decías,
mientras me mirabas, mientras te relamías, mientras me consumía.
¡Tú la llevas! … ¡No valía!

¿Y a quién chivarse de que juegas con trampas?
No tengo súper poderes aunque caigo en telas de araña,
en las que me confunden con falsas esperanzas;
no vale, llevas ya mucha ventaja…

Y entonces paras… ambos respiramos (yo sin aliento)
Susurras; te quiero. La distancia acecha.
Un beso… una nueva penitencia…
prepárate que juegas… entra en escena… y el telón se cierra.

Suena una canción triste en este acto;
réquiem por un final feliz, las cuatro estaciones de un final de infarto.
Cruci, lo siento, no puedo seguirte.
Y colgué de mi cuello el cartel; “prohibido jugar conmigo de nuevo”

Mientras las lobas aullaban y mi voz perecía,
surgía tu recuerdo en forma de niña;
Uno, dos, media vuelta; ¡adiós!
Tres, cuatro, tu nombre es ingrato.
Cinco, seis, tú y tu alma moriréis.
Siete, ocho, todo te lo reprocho.
Nueve, diez… prueba otra vez.

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