¿Y si mañana renunciara a todo aquello que equilibre la balanza?

9 oct 2012

Historias del retrovisor en la tormenta.

Quedarán en el retrovisor, aquellas tardes de verano.
Las sonrisas que nos marcaron hasta aquí.
La lluvia moja y cala en los cristales que nos dicen adiós,
entre tanta lluvia no distingo bien las lágrimas amargas que nos ahogan…

Acelero.
Sin mirar atrás, no quiero que me siga doliendo.
No piso el freno, y entre tanto, digo adiós con suspiro que lento muere.
Corto el viento, y un semáforo inoportuno no me termina de dejar esperar.
Aún podría dar marcha atrás…
Sólo fue un portazo quien se despidió…
Sigue abierto en ámbar, llueve en el cristal.
Y las gotas calan tan adentro que me aprietan el pecho…

¿Por qué no paras de gritarme que vuelva?
Si en mitad de esta tormenta ya no queda nada que decir.
¿Por qué en ese instante te dedicaste a cerrar la puerta?
Ya no importa lo que viví contigo, no, parece que nuestro momento ha sido aire.
No puedo dejar de acelerarme.
Mil revoluciones que no me ayudan para marcharme.
Aún queda tanto que decir.
¡No podré seguir sin explotarme!
Si en mi realidad ya no hay más que aire.
Si mi humanidad se perdió aquella tarde,
volveré a respirar al soltar el aire…

Dime que no vas a estar, allí plantada siempre inerte.
Si me dejaste marchar, ¿quién entiende esta suerte?
Golpes de la realidad a un pelele inconsciente.
Ya no puedo más, duele, tu recuerdo duele.

Cada nombre va a desembocar en el único que me hará
girarme y suplicar, ¿se llamarán igual todas las mujeres?
Aún estás en el cristal, aún puedo ver como llueve.
Una lágrima caerá, mientras acelero aprovechando el verde...

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