¿Y si mañana renunciara a todo aquello que equilibre la balanza?

21 ene 2012

Enemiga.

Perdona que me ría, lo siento, ya me pongo serio.
Pero es que el querer me vuelve inútil; ya lo ves.
Es de necios recaer, y creer que cayendo volverás a ser el mismo.
Pues verás, he cambiado, para bien o para mal; es otro mi sino.

Mírame, ¿qué tal me queda tu piel? ¿Notas mi serpenteo?
Ten cuidado, no soy un gato y no araño, pero seguro que muerdo.
Perdona que me ría y me deje llevar por la envidia,
que siento por tu cama porque roza todo tu cuerpo.

A ti, que fuiste un día mi confidente.
Mi creyente, mi fiel seguidora, mi amante, mi amiga y mi enemiga;
a ti, en quien confié mi vida, mi poesía, y mi alma,
mi corazón y mi esperanza, hoy esto va por ti.

Mírate al espejo sin miedo a ver reflejada tu piel,
péinate como antes, siéntete mal como mujer.
Que te tus tacones me pisen con arte, que tu viento vuele a mi desdén.
Mira al horizonte con la cabeza en alto; mírame crecer.

Oye, amiga, hagamos un pacto;
tú le explicas todo esto a mi corazón, y yo atormento tus encantos.
Que nadie note jamás que te echo de menos,
yo les diré a todos que quizás el próximo Enero.

Querida enemiga, ya que fuiste mi amiga.
Quisiera describirte una batalla perdida,
como se cura un hombre y se cose sus heridas,
con el hilo del olvido...

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