Le plantó cara al miedo,
cuando pudo correr.
Se ebadió de cerrar los ojos,
torturó su cabeza con ideas subrealistas.
Aún a sabiendas de lo alto del empinado barranco,
se adorrilló ante tu altar,
imploró tu perdón, te dió por rechazarlo...
le dejaste abandonado.
Usaste tu métrica perfecta en su contra,
razona, piensa, quiere, si aún recuerdas como.
El te mostró el camino, te intentó quitar la venda,
que con odio tampaban tus tiernos ojos.
El que avisa no es traidor,
mide tus palabras princesa,
el de arriba te escucha y te supera,
no tientes su ira hacia ti...
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