Eran dos.
¿A estas horas?
¿Tan tarde?
¿Tan oscuro?
Eran dos.
Un banco en penumbras.
Un beso alocado.
Algo que no era un beso, algo que era alocado.
Decencia extraña para dos señoritos.
No entendía, no entendí, no entenderé.
Quizás el destino tuvo que ver... idiota...
Eran dos...
¡y ella estaba allí!
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