El tiempo que aflora del sentido de vivir
es el mismo que amarra mis manos al fuego,
a espada y cartón quemada el alma,
que solo sirve con clase a la calma, a mis pies, quebrada
la copla que canté a tu oído,
huí del infierno en mi barca de papel.
Azotaban las olas contra mi piel,
creyendo tocar tierra, bajé del tren de mis sueños...
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